sábado, 16 de septiembre de 2017

Liderando la Transformación Digital Educativa

La Transformación Digital en que se encuentran involucradas todas las empresas modernas tiene que llegar también a los centros educativos, como instituciones que consumen y gestionan activos digitales y que están inmersas en los entornos culturales digitales propios de la vida moderna.
Muchos centros educativos confunden Transformación Digital con Innovación Tecnológica e, incluso, con la introducción de la tecnología en las aulas. Por otra parte, muchos proyectos de innovación fracasan por no distinguir los conceptos de "jefe" y "líder".
Las ideas que se presentan en la gestión de la Innovación y su generalización como Transformación Digital, son complejas, multidisciplinares y exigen una reflexión profunda y sosegada porque están transidas de una profunda transversalidad.

El 20 de septiembre de2017, en el hotel Miguel Ángel de Madrid, se puede reflexionar sobre esto en el marco del II Encuentro nacional de centros innovadores, organizado por el grupo de investigación e innovación didáctica DIM-EDU y CECE.

Aquí dejo la presentación visual, aunque lo más significativo de la sesión serán las reflexiones sugeridas con motivo de la exposición y la interacción entre los participantes de los muchos centros educativos que participan.

La inscripción se puede realizar en la página II Encuentro nacional de centros innovadores en Madrid en donde también podrás encontrar todo el programa de la Jornada.




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Alfredo Abad Domingo.
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jueves, 30 de marzo de 2017

La ciencia en tu vida


Para iniciarnos, acotemos el ámbito de estudio: tomaremos por “vida” el entorno de relación en el que se desenvuelven las actividades personales o de interacción con otras personas con las que se mantienen vínculos, en cualquiera de sus facetas: materiales, laborales, profesionales, emocionales o, simplemente, concomitantes.

Ahora cabe distinguir dos tipos fundamentales de ciencia : por un lado las ciencias empíricas y las ciencias especulativas por otro. Puesto que el modo de enfocar el objeto de estudio de cada uno de estos tipos de ciencia es diverso, es posible alcanzar un ámbito de tratamiento muy extenso y que afecte a la mayor parte –si no a la totalidad- de una enriquecida experiencia humana.

Desde el punto de vista de las ciencias empíricas lo más significativo en nuestra vida queda empapado por la técnica, directamente fundamentada en los conocimientos científicos. Las actividades propias de la ingeniería se nutren intensamente de los hallazgos proporcionados por este tipo de ciencias. Por tanto, un amplio rango de afectación vital es el cubierto por la sociedad tecnológica, entendida en el sentido más amplio del término.

Así, tenemos ciencias como la Física, la Medicina, la Química, etc., que trascienden su objeto de estudio más íntimo y fructifican en multitud de aplicaciones que nos proveen de un cierto grado de desarrollo personal y social. Esto ha contribuido a la mejora sustancial de la calidad de vida humana y a un mejoramiento significativo de las relaciones que se pueden establecer entre las personas. Como ejemplo, se puede traer aquí el impacto que han tenido en la sociedad moderna las tecnologías de la información y la comunicación.


Por otro lado, las ciencias especulativas han provisto también de un importante nivel de desarrollo, en este caso, no necesariamente técnico. Además, estas ciencias capacitan al hombre para realizar una profunda reflexión sobre lo que es, lo que hace o puede hacer, e incluso sobre lo que puede llegar a ser, tanto por sí mismo como por su relación con otros, como es el caso de la Sociología o de las Ciencias políticas.
Aun así, podemos considerar otras ciencias que podríamos calificar como de transversales puesto que tienen una aplicación inmediata en muchos campos, tanto empíricos como especulativos, y que proveen de un armazón intelectual de calidad sobre el que construir el edificio científico, proporcionando además una cierta unidad y equilibrio entre todos los conocimientos, de modo que no aparezcan como dispersos.

Por ejemplo, podemos citar la ciencia matemática. En sí, no es una ciencia experimental, es más bien especulativa, pero su aplicación a las ciencias empíricas es de primer orden. Es más, sin la Matemática, las ciencias empíricas no podrían ser más que descriptivas, disminuyendo de este modo su valor predictivo de nuevos fenómenos, lo que es de vital importancia para la confirmación de la veracidad de toda teoría científica. Podríamos decir, de algún modo, que la Matemática forma parte del método científico.

De modo semejante, la Filosofía y sus ciencias derivadas –me viene a la mente, la Lógica- proporciona una conexión de la realidad medible con la realidad ontológica, lo que consigue una correlación entre la verdad y lo verosímil, entre lo lógico y lo ontológico.

Por tanto, atendiendo a estos dos modelos de ciencia, el hombre en su vida puede conocer cómo las cosas son (ciencia empírica) y lo que las cosas son (ciencias especulativas).
¿Podemos ahora afirmar que la ciencia está desconectada de la vida? 

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Alfredo Abad Domingo.
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sábado, 25 de marzo de 2017

Sobre la verdad y el conocimiento

Conseguir distinguir la verdad como realidad cognoscible externa al sujeto que la conoce del conocimiento que alcance ese sujeto de esa realidad es todo un reto.

Siguiendo este criterio, la verdad aparece siempre objetiva, puesto que es la realidad. Ahora bien, ¿puedo conocer la realidad tal y cómo es? Es más, ¿puedo tener alguna certeza de que lo que conozco de la realidad es auténticamente verdadero?

Si no apoyamos la correlación entre verdad y realidad se corre el importante riesgo de caer en el escepticismo, en el que se duda filosóficamente de que la verdad pueda ser conocida por un sujeto. Esta duda es razonable si la realidad permaneciera oculta a nuestro conocimiento, es decir, no le fuera aplicable ninguna epistemología. Sin embargo, si partimos del hecho de que la realidad mantiene una estructura cognoscible, entonces la realidad cognoscible –externa a mí- es lo que llamaré verdad.

A partir de aquí, podré afirmar que mi conocimiento es verdadero si se da una correlación estrecha entre la realidad y lo que conozco de ella. Si tomamos de esta manera la verdad, entonces ésta es única y no podemos hablar de mi verdad o tu verdad: sino de la verdad, que es la realidad en cuanto cognoscible.
No obstante, el sujeto tiene algo que decir y la historia de la Filosofía así lo ha demostrado.

Efectivamente cada sujeto conoce la verdad que encierra la realidad que le circunda de acuerdo con diversos factores que son subjetivos: el mismo sujeto, el contexto en que se conoce, la cultura, otros elementos sociales, etc.

Entonces, ¿por qué no podemos hablar de mi verdad y de tu verdad? La razón es tan precisa como profunda, pero en ningún caso sencilla: puedo referirme a distintos conocimientos de la misma y única verdad. Si dos sujetos difieren en su apreciación de una misma realidad, no es porque la realidad sea múltiple y dirimible, sino que el conocimiento que tienen de la misma es enriquecedoramente diverso por la acción de esos factores subjetivos o contextuales.

Por tanto, lo que un sujeto puede afirmar es que él percibe o piensa la realidad de un  modo que puede diferir de la percepción de otro: la realidad –totalmente objetiva y externa- no cambia, es única; la percepción de la misma, sí.  Y, este es justo el punto en donde subyace la posibilidad de error.

La confusión de verdad y conocimiento conduce necesariamente al relativismo, que expresa la verdad según los parámetros del sujeto que la conoce, abandonando una descripción de la realidad –descripción subjetiva- que toma como referencia las percepciones subjetivas, los distintos enfoques, los contextos sociales o culturales, etc.

El relativismo cognitivo alienta el diálogo pues hace concesiones a la disparidad de criterios de múltiples sujetos, pero sacrifica la conexión del conocimiento con la realidad, lo que impide el acceso a la verdad objetiva.

Obviamente, esta discusión se dinamiza sobre esa estrecha fistula que se establece entre la Lógica y la Ontología, es decir, que dependerá de cómo se tome la realidad, pero no debe afectar al método de conocimiento: mucho menos aún al método científico.

El escepticismo que el relativismo promueve no es el de la duda metódica de Descartes, que es una cuestión de método, sino que procede de una duda ontológica, pudiendo negar, incluso, que la realidad pueda ser cognoscible, además de simplemente percibida.

Claro que este avance, plantea nuevas cuestiones: ¿existe exclusivamente la realidad que puede ser percibida?, ¿toda realidad es percibida?, ¿todo lo percibido es real?, ¿cómo sé que lo que conozco tiene un fundamento real? No podemos decir, que la epistemología no nos planteará asuntos de interés.

Y en este blog de reflexión tecnológico, planteo una sibilina pregunta: ¿La Técnica es una ciencia? ¿La Tecnología es una ciencia?, o lo que es más agudo:¿Diferencias Técnica y Tecnología? 

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Alfredo Abad Domingo.
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lunes, 20 de marzo de 2017

Sísifo, ¡tienes un WhatsApp!

La tecnología inunda nuestras vidas y lo intenta a modo de invasión que debemos controlar para no caer esclavos de la modernidad. El equilibrio entre información y conocimiento, entre inteligencia y voluntad es de vital importancia para no dejarse arrastrar por la compulsividad de una vida carente de reflexión y dominada por los dispositivos electrónicos. Debemos estar tan alejados de la tecnofobia como de la tecnofilia.
No se imaginaba Sísifo lo que había de sucederle, camino de la cima del monte. Este rey griego, fundador de la ciudad griega de Corinto, fue un hombre astuto e ingenioso cualidades que demostró con frecuencia: se le ocurrió rodear toda su ciudad con altas murallas para que los viajeros que quisieran entrar en ella para comerciar con sus habitantes tuvieran que pagar para entrar allí, haciendo de las puertas de la ciudad el primer portazgo de cobro de impuestos.
Tanta astucia no le sentó nada bien: confiando en sí mismo, llegó a traicionar a Zeus , el mayor de todos los dioses del Olimpo, quien le condenó a muerte. Hades, hermano de Zeus, le debería recibir en el reino de los muertos, que era de su dominio. De camino, Sísifo consiguió escaparse en varias ocasiones, pero finalmente tuvo su castigo.

Su penitencia consistiría en subir una enorme roca a lo alto de una colina, pero a punto de llegar a la cima, la enorme piedra siempre se le escapaba, haciendo baldío todo su esfuerzo y teniendo que empezar de nuevo su hazaña en un eterno retorno.

Cada ser humano, como Sísifo, carga con su propia roca, solo que la nuestra cambia con los tiempos. Quizás, una de las rocas actuales sean las nuevas tecnologías, que llevamos a la espalda. Con ellas construimos el camino que tenemos por delante, pero debemos cuidar que su peso, en un eterno retorno, no acabe rompiendo nuestras espaldas. Por eso, un consumo equilibrado es para las nuevas tecnologías como lo es el oxígeno para el cuerpo.

Pregúntate: ¿Notas la vibración de tu móvil aun cuando no lo llevas encima? ¿Te sientes agobiado cuando observas que se agota tu batería o no encuentras tu smartphone? ¿Sientes la necesidad implacable de consultar compulsivamente la actividad en tus redes sociales?
Si te sientes identificado como actor principal de estas preguntas, es posible que estés afectado por nomofobia (ALFREDO ABAD. Familias Digitales. Capítulo 4, Dispositivos móviles, epígrafe Nomofobia), ese miedo irracional, no controlado, a estar separado de tus dispositivos móviles. Según un estudio publicado en 2015 por el periódico El País sobre conductas patológicas en Internet, realizado por la ONG Protégeles , que colabora en programas de la Comisión Europea, el 21,3% de los jóvenes está en riesgo de ser adicto a las nuevas tecnologías. Y el 1,5% ya lo es y no controlan su conducta, lo que afecta al trabajo y a las relaciones personales. Todo un problema.

Supongo que Sísifo, en su eterna y redundante tarea pensaría con ansiedad algún modo de destruir su ciclo de esfuerzo: su vida, ahora, carecía de sentido, puesto que no llevaba a ningún fin. Era esclavo de su propia actividad.
Muchos artistas, diseñadores y arquitectos se caracterizan por expresar un “horror vacui” (horror al vacío) en sus obras, es decir, rellenan los huecos en blanco que quedan en algunas zonas de la pared o el lienzo de manera intensiva y, para ello, emplean motivos vegetales o diseños geométricos, no necesariamente con un sentido expreso, porque les horroriza cualquier espacio carente de decoración. Es el adorno propio del Barroco  y más específicamente del Rococó . La actividad humana moderna ha caído en lo que podríamos llamar un “horror vacui tecnológico”. Las nuevas tecnologías han ocupado abrumadoramente el espacio de muchas personas. Estas personas han llegado a sustituir en buena medida las relaciones personales vis a vis por enlaces superfluos mediante la tecnología.
Ahora quiero plantear una pregunta al lector: ¿Quieres ser espectador de tu vida o más bien protagonista de ella?

En nuestra sociedad, estamos constantemente recibiendo estímulos. Incluso se ha hecho del ocio una necesidad, por eso ya no se entiende como algo adicional. Por tanto, es necesario reflexionar si necesitamos algo de silencio, que nos ayude a aprender y aprehender, para interiorizar y consolidar la información que recibimos, para convertir la información en conocimiento reflexivo. Sin el silencio ocurre lo que decía Heidegger : “El hombre habría negado y lanzado fuera de sí lo que tiene de más propio, a saber, que es un ser que reflexiona”.

El ruido no solo nos hace sordos, sino que también nos impide preguntarnos sobre lo que observamos en la realidad. Sin embargo, tenemos que preguntarnos: si es tan importante este silencio como parece, ¿por qué nos rodeamos de pantallas de manera compulsiva? (CATHERNIE L’ECUYER. Educar en el asombro. Capítulo “El silencio”, pag 115 y ss.)

Este silencio, no necesariamente el acústico, no tiene que ser permanente ni mucho menos, pero sí que es necesario para poder reflexionar e impedir la trepidación en nuestro día a día.
Quizá Sísifo iba reflexionando, rodeado de silencio, pero esa deliberación interior le pudo distraer y, suspendida la atención, tropezara en el camino dejando escapar su enorme piedra. Sísifo reflexionaba, pero ¿sobre qué? ¿sobre lo que era objeto de su destino o sencillamente se distrajo con los recovecos del camino?

Tenemos que preguntarnos por qué podemos perder estos momentos necesarios de silencio, poco a poco te darás cuenta de la cantidad de información y estímulos que se nos percuten día mediante las nuevas tecnologías. Por ejemplo, se dice que actualmente cada dos días se genera la misma cantidad de información en Internet que la humanidad había generado en 5.000 años antes de la introducción de las nuevas tecnologías. Este fenómeno producido en los últimos años se denomina infoxicación (ALFREDO ABAD. Familias Digitales. Capítulo 8. La Blogosfera, epígrafe El grave problema de la infoxicación): una intoxicación producida por la ingesta de demasiada información, que se hace no digerible.

Es muy importante saber diferenciar entre lo que es información y conocimiento. El mero hecho de que poseamos una cantidad muy elevada de información no significa que el conocimiento que uno pueda tener, basado en esa información, sea mayor.

Para que la información no se convierta en inútil al ser excesiva, ni nos lleve a ser imprudentes al tener al ser escasa, debemos tener suficientes datos y para ello debemos tener criterio de selección de las informaciones de las que partimos en un proceso de estudio. A este proceso de selección que sigue unos criterios perfectamente definidos, se le denomina curación de contenidos, que define un nuevo papel profesional llamado “content curator” (término inglés para designar a personas que realizan está función en una empresa).
De esta manera, cada persona sabrá qué información ha de tener en cuenta por su valor para llevar una vida recta y organizada, siendo protagonistas de cada uno de sus momentos. Así no seremos esclavos de las nuevas tecnologías para no caer en la servidumbre que apuntaba el filósofo y escritor existencialista Jean Paul Sartre“Lo que poseemos, nos posee”.

Las nuevas tecnologías nos plantean una colisión entre dos de las características más importantes que hacen de cada individuo una persona humana: la inteligencia y la voluntad. De esta manera evitaremos confundir la acción con la abstracción, la acción de inculcar con la de educar.
Las tecnologías de la información y la comunicación afectan tanto a la inteligencia que trabaja con información en forma de conceptos, como a la voluntad que produce acciones en forma de procesos: la infoxicación es a la inteligencia como la multitarea  a la voluntad (CATHERINE L’ECUYER. Educar en la realidad. Capítulo 4, pag. 49 y ss). Nos referimos con esta multitarea a dos acciones simultáneas que requieran procesar información, usando directamente la inteligencia; algo para lo que la naturaleza humana no está especialmente preparada, sin excluirlo.

La multitarea no deja de ser un mito porque desempeñar dos procesos que exijan atención permanente produce una ansiedad que no podemos soportar durante mucho tiempo sin caer en la trepidación.
De hecho, en la actualidad, se están desarrollando técnicas de gestión de la atención y concentración en un solo proceso con objeto de mejorar el rendimiento. Una de estas técnicas es el Mindfulness.

En la vida de cada uno conviene reflexionar sobre nuestro equilibrio entre la inteligencia y la voluntad, sin excluir los sentimientos, emociones y afectos. Nuestra sociedad actual premia la acción, la voluntad, pero no valora tanto la inteligencia en el ámbito personal. Es como si la balanza de nuestra vida estuviera desequilibrada por la voluntad frente la inteligencia, el hacer frente al pensar.
Si Sísifo hubiera reflexionado sobre las consecuencias de su conducta, quizás no hubiera tenido que cargar con la piedra, porque no hubiera traicionado a Zeus, pero eso requería pensamiento consecuencial y este modo de pensar requiere integración de inteligencia y voluntad.

Por lo general, un medicamento suele poseer un principio activo que es lo que hace que un enfermo se cure de su enfermedad, pero el medicamento se comercia junto con otra serie de sustancias llamadas excipientes que hacen que podamos digerir y aceptar el principio activo. Con las nuevas tecnologías ocurre algo similar. Por eso no nos podemos quedar solo con los excipientes de la modernidad haciendo un mal uso de los dispositivos, o utilizando solo las funciones más irrelevantes, sino que debemos usar estas tecnologías con equilibrio, mesura e inteligencia, conducidos por un fin previamente elegido con nuestra libertad de ejercicio.
No estoy diciendo que dejemos de usar las nuevas tecnologías, no podemos ser tecnófobos, apoyo su uso, pero deben ser correctamente usadas. Así no nos quedaremos fuera de este nuevo y maravilloso mundo de la Tecnología e Internet.

Este trabajo proporciona ideas sobre los riesgos que pueden impedir que el uso de las nuevas tecnologías consiga la eficacia para la que fueron diseñadas, porque es una evidencia que estas novedades ya han cambiado el mundo: no podemos prescindir de ellas sin salirnos del mundo, pero no debemos permitir que nuestra realidad se convierta en una evasión.
Para ello hemos reflexionado sobre cómo el tema de estudio interacciona con los distintos saberes filosóficos: antropología, gnoseología, psicología, ética y el modo político de relación personal entre humanos.

COLABORACIÓN.- 
Sergio Abad Zorzo.
Filosofía, Bachillerato tecnológico.
20017.
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