martes, 23 de septiembre de 2014

La mochila digital, ¿carga o alivio?

El concepto de mochila digital es uno de los conceptos que más ha puesto de relieve en la educación moderna la necesidad de la integración de la tecnología en el modelo educativo. Los padres de escolares se compadecen de sus hijos por el volumen y peso de las mochilas que arrastran sus hijos camino de la escuela. Y hacen bien, porque en ocasiones este peso es abusivo: no se sabe bien si es el niño quien arrastra la mochila o es la mochila misma quien dirige los pasos titubeantes y desequilibrados de su pequeño dueño.

También en los centros educativos alaban las excelencias de la mochila digital. La propuesta del colegio afirma que ahorra costes, pesos innecesarios y facilidad de uso, además de proporcionar una flexibilidad educativa sin precedentes. Y esto también es verdad.

Incluso los fabricantes de dispositivos móviles y desarrolladores de creación de contenidos digitales adoran la mochila digital ya que su uso tiene una repercusión directa sobre ventas y beneficios.

Recientemente (11-sep-2014)  Samsumg presentó un estudio realizado por IPSOS sobre el interés de los padres en la "mochila digital". Los resultados de la encuesta son esperanzadores.
Por ejemplo, según Samsumg los padres encuestados colocan por este orden su lista de prioridades para la educación de sus hijos (datos del del Ministerio de Educación y del INE): 
  1. Conectar aprendizajes de distintas materias (38%); 
  2. Conocimientos y tecnología actual (20%); 
  3. Esfuerzo individual (18%); 
  4. Trabajo en equipo (14%); 
  5. Memorización de conocimientos (12%).
Además -según el estudio- creen que la mochila digital bien podría reducir el peso físico (según afirma el 94% de los participantes) y el económico (87%) de la mochila tradicional de sus hijos.
Sea cual sea el dispositivo y la metodología que los chicos tengan en el aula, en lo que están de acuerdo sus padres, en concreto el 70% de ellos, es en que incorporar tecnología es una de las tres claves de la educación actual, ya que les prepara para los retos del siglo XXI (88%) y les ayuda a ser más responsables con los riesgos de Internet (66%).

El estudio es tan interesante como profesional pero, como viene siendo habitual, solo aparecen datos basados en la subjetividad de los encuestados: claro que es una encuesta que tiene la validez científica de lo que significa una encuesta, algo que pone de relieve una opinión o una tendencia.
No aparece ningún dato estadístico recogido de pruebas de campo reales en aula con grupo de control estadístico. Por tanto, según el estudio podemos decir lo mucho que nos gusta la tecnología (en este caso a los padres encuestados, incluso a mí mismo), pero seguimos sin saber si realmente nos beneficia la tecnología en la educación y en qué condiciones podemos aprovecharnos de sus muchas ventajas. 

Yo, personalmente, pienso que sí nos beneficia, de hecho me dedico profesionalmente a ello, pero mi pensamiento es tan subjetivo o más -si cabe- que el de la encuesta, no deja de ser una corazonada o la manifestación de un deseo. Sería interesante integrar la tecnología en los procesos educativos, pero sabiendo qué hacemos y por qué lo hacemos, con datos, con números y no solo con opiniones subjetivas, aunque marquen tendencia.

Los profesionales de la educación necesitamos datos reales que orienten nuestras decisiones y un abandono de la idolatría imperante en el esnobismo modernista del uso de la tecnología en educación.
La tecnología sale perjudicada, pero sobre todo son castigados nuestros alumnos -o hijos- cuyo modelo educativo queda configurado por la corazonada de sus profesores, padres, políticos y desarrolladores de tecnología.
¡Ojala que esa corazonada no acabe en infarto!

____________________

Alfredo Abad Domingo.
Twitter: @AlphesTIC,  https://twitter.com/AlphesTIC 
Facebook: https://www.facebook.com/alfabad 

lunes, 15 de septiembre de 2014

Vamping: trasnochar se pone de moda

La nueva moda entre los adolescentes internautas es eso que ellos mismos han venido a denominar "vamping" por la etiqueta que han utilizado en las redes sociales para marcar sus mensajes nocturnos: #vamping.

Consiste esta moda en permanecer horas y horas nocturnas conectados a las redes sociales, tiempo robado al sueño y al descanso. El atractivo de las redes sociales entre los adolescentes que las usan es tan intenso que trasnochar ha sido convertido en moda.

Los efectos del vamping podrían perjudicar a estos jóvenes de dos maneras:

  1. Por la obesidad digital que les producirá la compulsión de examinar constantemente qué ocurre entre sus contactos de la red, lo que en el fondo no es más que un incontrolado afán de novedades.
  2. Por la falta del descanso debido y la creación de hábitos que impidan el desarrollo normal de los ciclos circadianos.
Cualquiera de los dos factores desemboca en el arraigo de costumbres difíciles -aunque no imposibles- de erradicar y que influirán notablemente en las actividades diurnas.

Aunque el fenómeno se ha puesto de moda entre adolescentes, nativos digitales, también se ha extendido a adultos con el agravante de que la extrema dedicación que les exigen la constante atención a las redes sociales puede deteriorar la atención de sus obligaciones, también familiares.

Desde el punto de vista antropológico, esta moda también tiene su alcance. Recomiendo leer este artículo: "El utilitarismo de la compulsión modernista". Si realmente te interesa este tema, no te defraudará.

La educación de los menores es una responsabilidad primordial de sus padres, pero limitar las horas de acceso a los menores en el entorno familiar parece una medida de prudencia de primera calidad en la educación del carácter  y los hábitos en el adolescente. Eso sí, explicando adecuadamente la razón de esa limitación y dando ejemplo -padres y profesores- de cuáles son las ventajas de ser señores de uno mismo.

¡Que las redes sociales no te chupen la sangre! 

____________________

Alfredo Abad Domingo.
Twitter: @AlphesTIC,  https://twitter.com/AlphesTIC 
Facebook: https://www.facebook.com/alfabad 


Ilustración: Antonio Marín (c). Más imágenes originales en http://dibuloco.wordpress.com/