lunes, 24 de junio de 2013

Movilidad (VIII): movilidad y aprendizaje

Movilidad y aprendizaje

Continuamos con este octavo post, esta serie de 10 artículos sobre movilidad subtitulados "La sustantivación técnica del adjetivo", que pretenden estudiar el estado de las tecnologías móviles actuales y que invitan a la reflexión sobre el impacto que tiene la aplicación de la movilidad TIC sobre la sociedad y el quehacer cotidiano. El subtítulo es, cuando menos, intrigante; pero espero que conforme avance el desarrollo de estos artículos, el lector avispado se irá persuadiendo del significado profundo que subyace de él.
El índice que desarrollaremos será el siguiente:
  1. Introducción: las tres tendencias tecnológicas actuales.
  2. Los servicios basados en la nube.
  3. La convergencia de las comunicaciones.
  4. El fenómeno BYOD y la consumerización.
  5. Los nuevos dispositivos móviles.
  6. Las nuevas necesidades de los usuarios con movilidad.
  7. El nuevo "socialismo digital": un cambio en el paradigma social.
  8. Movilidad y aprendizaje (este post).
  9. El utilitarismo de la compulsión postmodernista.
  10. Incidencia de estos cambios en las empresas.

(Post 8/10 de la serie Movilidad TIC: la sustantivación técnica del adjetivo).

En la segunda mitad de la década de los 80, participaba yo en un grupo de trabajo constituido por algunas universidades y grandes empresas de Informática. En ese grupo ya se oía hablar de la importancia que iba a tener la informática personal en el ecosistema educativo, en donde los procesos de aprendizaje serían tutelados por sistemas expertos mediante técnicas de inteligencia artificial, tan de moda entonces.

Varios años más tarde, tutorizando un Máster Universitario de Tecnología Educativa, se notó una deriva hacia el estudio de la didáctica que los nuevos medios requerían para su integración en los procesos educativos. Desde entonces, he seguido de cerca las posibilidades educativas de la tecnología y se ha avanzado mucho, pero también se han cometido errores que han desvirtuado los resultados obtenidos.
  1. El primer problema siempre ha sido que el acceso a los contenidos digitales, en un primer estadio siempre locales y posteriormente remotos, está ligado a un dispositivo concreto de acceso, que ahora puede ser móvil. Si no hay dispositivo, no hay formación. Si no hay un dispositivo concreto compatible con la información a consumir, tampoco es posible el fenómeno formativo.
    Este problema parece que se soluciona con estas dos variables con las que trabajamos: consumerización y movilidad. Vamos a conceder este primer problema como resuelto o en vías de solución para centrarnos en algo más específico.
  2. El segundo problema reside en los mismos contenidos. Producir contenidos digitales requiere unas inversiones fabulosas, lo que hace que los productores de contenidos solo se atrevan con materias transversales o que puedan alcanzar un alto nivel de difusión para mejorar el retorno de la inversión.
    Si los contenidos son caducos, su tasa de reposición deberá ser muy elevada y esto acorta el ciclo de vida del producto formativo, lo que disuade al inversor de su producción pues nunca alcanzará una masa crítica suficiente de clientes que le permitan amortizar el producto en un plazo razonable.
  3. El tercer problema es didáctico. He de reconocer que cuando alguien me comenta que tiene resuelto el problema didáctico cuando el medio de formación es online, interiormente me sonrío, discretamente por cortesía. Inmediatamente después me viene el pensamiento de que en su curriculum faltan unos cuantos miles de horas de clase, también online, para poder comprender la realidad: es un didacta de oficina.
En las últimas décadas en el proceso de aprendizaje hemos sustituido la memorización de datos por el subrayado de textos, ahora hemos dado un paso más: ya no hay que subrayar nada ahora hay que agregarlo a los "favoritos" del navegador, de modo que lo agregado lo damos por memorizado.

No es broma: invito al lector a leerse una modificación que se hizo hace pocos años a la taxonomía de Bloom, herramienta por antonomasia para gestionar los objetivos formativos en cualquier proceso de aprendizaje, para adaptarla a lo específico de la formación utilizando medios digitales.

El todo o nada de lo online

Decir online, es casi no decir nada, pura banalidad: es, simplemente, expresar el medio. Hemos vuelto a sustantivar el adjetivo. Es cierto que frecuentemente el medio condiciona el contenido, pero lo que fundamentalmente condiciona es la didáctica de aprendizaje. No todo lo online se puede meter en el mismo saco.

A pesar de que puedan desarrollar los mismos contenidos y compartir objetivos educativos, no es lo mismo un curso online sobre entorno web Moodle que un curso online realizado sobre una tableta con contenidos cautivos mediante una App que se ejecuta sobre la plataforma hard/soft de la tableta. Y, sin embargo, los dos se apellidan online.

El problema se hace más agudo en el ámbito de un aula, en donde se puede perder lo específico del aula, que es la unidad de una comunidad de estudiantes liderados por sus profesores. El mundo digital online no toma en cuenta los matices, la educación personalizada se construye sobre ellos. Esto no quiere decir que haya que abandonar la tecnología.
Soy un firme defensor de ella, también en las aulas; pero no se puede utilizar de manera exclusiva ni tampoco como un sucedáneo que atenúe los problemas que pueden presentar los entornos educativos en un momento histórico concreto. 
Todos nos hacemos una idea aproximada del daño que puede hacer a los estudiantes el “copiar/pegar”. De modo análogo, tampoco tendría sentido aislar a los alumnos de los nuevos medios digitales y no proporcionarles algo más que una alfabetización digital.

Hay que saber buscar lo mejor de los nuevos medios y saberlos integrar con los tradicionales, que después de todo no deben ser tan malos ya que nos han traído hasta este momento histórico.

En el siguiente post: El utilitarismo de la compulsión postmodernista

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Alfredo Abad Domingo.
Twitter: @AlphesTIC,  https://twitter.com/AlphesTIC 
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Artículo "Tecnologías para la movilidad. La sustantivación técnica del adjetivo". Escrito originalmente y publicado en Escenario 2012. Instituto Tecnológico y Gráfico Tajamar. ISBN: 978-84-88543-12-7. Copyright 2012 by Alfredo Abad. Se otorga licencia de reproducción citando al autor y revista de publicación original.

martes, 18 de junio de 2013

"People Tagging" (1 de 3): ese novedoso deporte olímpico de siempre

¿Qué es el "people tagging"?

Abecedario tecnológico.
En la actividad TIC es relativamente frecuente atribuir decisiones o conductas de personas a la pertenencia de estas a las distintas familias o tribus tecnológicas. Estas atribuciones cabalgan a lomos de la tecnología, pero sobre todo se prestan a reflexión interior mediante técnicas de coaching.
Por ejemplo, una persona nunca compraría un iPhone porque es un "windolero" o aquélla odia la tableta de Samsumg porque hace tiempo se casó con Apple, aunque ni siquiera conozca las características de la tableta.
Si en un momento dado el propietario de un teléfono Samsumg sacara de su maletín un iPad de Apple, algo se rompería en nuestros esquemas mentales, empobrecidos y cercados por la tiranía de unas conclusiones que no se atienen a premisas sólidas: habríamos etiquetado a esa persona y, a priori, habríamos concluido para ella la imposibilidad de cambiar de tribu tecnológica.
La atribución de estereotipos a personas se extiende mucho más allá del ámbito tecnológico y se ha hecho tan frecuente que bien se podría convertir en un nuevo deporte olímpico, que podríamos bautizar como "People Tagging" o en el maquiavélico arte del "etiquetado de personas".
Pero ¿por qué etiquetamos a las personas? ¿Qué beneficios obtenemos? ¿A quiénes se perjudica?

 Si estas preguntas, querido lector, estimulan tu curiosidad, no lo dudes: sigue leyendo, este es tu post.

¿Por qué etiquetamos a las personas?

Dejando de lado razones morales que extienden sus raíces en la malicia, campo vedado al coach, etiquetamos a las personas por una cuestión de comodidad. Analicemos el porqué.

Estamos acostumbrados a oír que "no debemos juzgar a las personas, sino los hechos". Los jueces son los únicos que deben enjuiciar a las personas a partir de sus actos y, esto, no lo hacen en cuanto personas que también son, sino en cuanto  jueces, es decir, de una manera profesional.

De este modo, una persona que ha cometido un crimen, es llamada por el juez criminal cuando dicta sentencia y se le aplica la pena que la norma legal reserva para los criminales.

El juez no determina la pena arbitrariamente para esa persona a la que condena, sino que atribuye el crimen a esa persona, etiquetándola como criminal, y luego la normativa penal dice qué pena merece el condenado, no por ser persona, sino por ser criminal.

Cuando nosotros etiquetamos a una persona, lo que hacemos es clasificarla, porque una vez clasificada, nuestros patrones mentales le aplicarán una serie de beneficios o castigos por su pertenencia -abribución- a un determinado grupo. Solo tendremos que decidir el beneficio/castigo una primera vez porque cualquier otra persona clasificada en el mismo grupo, derivaría en la misma suerte.

Por tanto, lo que estamos haciendo es construir en nuestro pensamiento una cosmovisión del mundo de las relaciones entre personas a las que le aplicamos nuestras propias creencias psicológicas, en su mayor parte limitantes. Algo que el coach tiene que ayudar a derribar para liberar a su coachee de esos sutiles lazos que tanto le atenazan y que le impiden proporcionar oportunidades de cambio a cuantos le rodean.

En el lenguaje ordinario nos referimos a este fenómeno de una forma exquisitamente expresiva: colgamos a las personas "sambenitos". En el Diccionario de anécdotas, dichos, ilustraciones, locuciones y refranes (Rubén Gil, Editorial CLIE, 2006) se aporta una interesante información sobre los "sambenitos":

Penitente revestido
con el sambenito

El Sambenito era la insignia de la Santa Inquisición, que echaban sobre pecho y espalda del penitente reconciliado. Nombre abreviado de "saco bendito". Batús coindice en su escrito:
"El sambenito era una especie de escapulario de lana amarilla con la cruz de San Andrés, llamas e fuego y otros adornos. Era una imitación del saco de penitencia que se ponían para llorar sus culpas los penitentes de la primitiva iglesia". 
Debido a que este saco o escapulario se bendecía antes de ponerlo al penitente, de aquí viene que se llamara saco bendito, de  donde más tarde se llamó San Benito.
En los Autos de Fe de la Inquisición, los reconciliados salían con una vela de cera en las manos y con el sambenito de color amarillo y dos grandes cruces rojas pintadas entre pecho y espalda. 
No obstante, según consta en "Relación del Auto de Fe de Logroño de 1610" el sambenito lo llevaban no solo los reconciliados, sino también los relajados (los entregados a la justicia secular para el castigo de sus culpas).

Ya tenemos centrado el tema, pero ¿qué beneficios se obtienen practicando el tagging? Y, ¿a quién perjudica esta maquiavélica actividad?
Estas y otras respuestas en el siguiente post (2/3). No te lo pierdas. 

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Alfredo Abad Domingo.
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miércoles, 12 de junio de 2013

Movilidad (VII): socialismo digital, un nuevo paradigma

Las nuevas necesidades de los usuarios con movilidad




Continuamos con este séptimo post, esta serie de 10 artículos sobre movilidad subtitulados "La sustantivación técnica del adjetivo", que pretenden estudiar el estado de las tecnologías móviles actuales y que invitan a la reflexión sobre el impacto que tiene la aplicación de la movilidad TIC sobre la sociedad y el quehacer cotidiano.

El subtitulo es, cuando menos, intrigante; pero espero que conforme avance el desarrollo de estos artículos, el lector avispado se irá persuadiendo del significado profundo que subyace de él.


El índice que desarrollaremos será el siguiente:
  1. Introducción: las tres tendencias tecnológicas actuales.
  2. Los servicios basados en la nube.
  3. La convergencia de las comunicaciones.
  4. El fenómeno BYOD y la consumerización.
  5. Los nuevos dispositivos móviles.
  6. Las nuevas necesidades de los usuarios con movilidad.
  7. El nuevo "socialismo digital": un cambio en el paradigma social (este post).
  8. Movilidad y aprendizaje.
  9. El utilitarismo de la compulsión postmodernista.
  10. Incidencia de estos cambios en las empresas.

(Post 7/10 de la serie Movilidad TIC: la sustantivación técnica del adjetivo).

 El nuevo "socialismo digital": un cambio de paradigma social

La consumerización no es más que la última etapa de un todavía corto pero apasionante camino que se emprendió con lo que se viene llamando Web 2.0, que añade a la tecnología web convencional el modo en que los internautas cooperan con la creación de contenidos, en las relaciones que establecen creando comunidades entre ellos y en el modo en que se consumen los servicios. El máximo exponente de estas comunidades son las redes sociales, que van camino de la Web 3.0.


Oportunidades y amenazas de las redes sociales

¿Quién no pertenece hoy en día a una red social, a dos, a tres…? Pero ¿qué nos interesa más de la red social, acaso los contenidos? Parece que no demasiado. La información que se genera en ellas es tan efímera que pasadas unas horas carece de relevancia. 

La exploración de las redes sociales se ha hecho compulsiva en la mayor parte de sus integrantes. La desconexión incluso puntual de las redes sociales genera en muchas personas auténticos estados de ansiedad, en algunos casos enfermizos. Entonces, ¿qué nos interesa? La relación en sí misma
Hemos desplazado la web desde su función de ciberbiblioteca a la de central de comunicaciones
Esto genera oportunidades, pero también amenazas. Un ejemplo: la estadística realizada por el Defensor del Menor y la Universidad Rey Juan Carlos sobre el uso que los jóvenes españoles dan al móvil publicada por el diario El Mundo, dice que sólo el 6% usa habitualmente el móvil para acceder a contenidos convencionales de Internet, frente a un 56% que lo usa para intercambiar música, un 52% para intercambiar fotos o un 31% para grabar vídeos, con un gasto medio de 42€ mensuales. También se considera que un 15% de los españoles presenta algún tipo de adicción al móvil.

La moda de sustantivar el adjetivo

Muchas empresas han captado la importancia de este cambio y rápidamente se han puesto en marcha para hacerse visibles en las redes sociales o en otros medios específicos de la Web 2.0. Utilizan estas redes para hacer publicidad, recoger la opinión de los internautas sobre sus productos, encontrar nuevos nichos de mercado, diferenciarse de la competencia, etc.

Pero, no todos lo han conseguido. Hay quienes incluso han conseguido acelerar su quiebra recorriendo este camino. Porque hacer algo, no implica necesariamente hacerlo bien: no basta con querer hacerlo bien, hay que saber cómo hacerlo bien y, después, hacerlo. Una herramienta de calidad no garantiza un buen producto, aunque es difícil conseguir un buen producto sin herramientas de calidad. La Web 2.0 puede añadir valor a los procesos, pero solo en contadas ocasiones crea ella misma la cadena de valor, por eso es un elemento complementario y nunca sustitutivo.

Por eso nos podemos encontrar empresas con una gran relevancia social, que han invertido mucho en hacerse visibles, pero que no tienen buenos productos. No es de extrañar que estas compañías sean hipersensibles a cualquier movimiento de mercado. Al mismo tiempo, disponer de un buen catálogo de productos y servicios tampoco sirve si no tenemos una buena presencia en los medios. También en las redes sociales. Hemos llegado al núcleo de interrelación de las cinco fuerzas de Lynda Gratton a que nos referíamos al principio del artículo (primer post de la serie).
Y es que... la informática tiende al consumo; la formación es online; las aplicaciones, remotas; los contenidos, multimedia; las redes, sociales.
De modo que si no es online puede que la formación carezca de interés, despreciamos las aplicaciones si no están en la nube, un libro sin contenido multimedia no excita la curiosidad del lector que se ha acostumbrado a leer solo en un estado de alta motivación. 
O sea, se han hecho más importantes los adjetivos que los sustantivos a los que califican, es más relevante el continente que el contenido: los adjetivos se han sustantivado en el excipiente de la tecnología.
Creo que queda justificado el subtítulo del artículo, quedando expuesta la intriga que encierra.

En el siguiente post: Movilidad y aprendizaje.

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Artículo "Tecnologías para la movilidad. La sustantivación técnica del adjetivo". Escrito originalmente y publicado en Escenario 2012. Instituto Tecnológico y Gráfico Tajamar. ISBN: 978-84-88543-12-7. Copyright 2012 by Alfredo Abad. Se otorga licencia de reproducción citando al autor y revista de publicación original.

martes, 11 de junio de 2013

Estudia el pasado para conocer el futuro (Confucio)

Iniciamos aquí una serie cómica de reflexión filosófica. El personaje de hoy es capaz de subirse a las cumbres y descender por los barrancos reflexionando sobre la "frase del día".
Hoy le tocó a Confucio: todo un cúmulo de sentido común.

Es verdad que el pasado, sea cual fuere, no debe atenazar o aherrojar nuestro futuro, pero también es verdad que no contar con lo acaecido en el pasado puede dar al traste con un futuro dirigido, lo que sería una necedad.

Con frecuencia, observamos en nosotros mismos y, aún más, a nuestro alrededor, a personas que se aventuran en el futuro sin conocer de dónde parten o en dónde están: esta sería la más formidable manera de considerar el propio futuro como un mero devenir, o sea, una forma más de renuncia a la propia libertad.



Ilustración: 
Antonio Marín (c). Más imágenes originales en https://dibuloco.wordpress.com/

Reflexión: 
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jueves, 6 de junio de 2013

Tribus futboleras: vikingos, indios, culés y leones

Hace algún tiempo comentábamos en un post algo sobre las tribus tecnológicas, pero estas clasificaciones no son exclusivas del mundo tecnológico, también se extiende a otros ámbitos.
En la década de los 70, se desplegó una importante contratación de futbolistas extranjeros en el fútbol español. El Real Madrid fichó a varios jugadores alemanes, por ejemplo, Gunter Netzer, Paul Breitner, Jensen o Stielike. En simultáneo, el Atlético de Madrid derivó hacia jugadores argentinos como Ayala, Heredia o Panadero Díaz.

TICpollo, vikingo, navegando el Guadalquivir.

La estética de estos grupos de jugadores hizo el resto: el pelo largo de los argentinos y su procedencia hizo que la afición blanca invocara a los atléticos como "indios". Los colchoneros, a su vez, no se quedaron atrás y viendo el aspecto nórdico de los jugadores teutónicos del Madrid (altos, fuertes, rubios y con bigote) fueron encasillados como los "vikingos".

En San Mamés, los "leones" del Athletic de Bilbao toman su nombre de la leyenda que cuenta que este santo amansó a los leones cuando fue arrojado a ellos para que fuera devorado en Cesarea de Capadocia (en la actual Turquía), en el siglo III.

Por último, la afición "culé" que da nombre a los aficionados de Barcelona tiene su raíz en su antiguo Campo de la Industria, en el que los aficionados que se sentaban en la última fila de la grada superior, exponían su "trasero" al exterior del campo. Del "culers" catalán se derivó el término actual de culé en castellano.
¿Quieres saber más de otros equipos?

Hablando de vikingos, ¿sabías que en el año 844, los vikingos fueron derrotados en el Guadalquivir, cerca de los campos de Tablada por los Omeya, los  habitantes sevillanos de entonces?

Ilustración: 
Antonio Marín (c). Más imágenes originales  en https://dibuloco.wordpress.com/

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